viernes, 13 de septiembre de 2013

Eso es lo que siento ahora: dolor. Ese dolor que hace que no te llene nada, que con nada te sientas viva, que no permite que disfrutes; ese que no te hace sufrir demasiado pero que te recuerda constantemente que está ahí. He tenido un verano de los más cambiante y variado. No sabría si resumirlo en maravilloso o en realmente catastrófico. Lo que se es que consuelo mi dolor precisamente con la persona que me lo causó. Y es que llevo días en los que me siento realemente sola y, que a pesar de todo, solo tengo a una persona a parte de mi madre y mi hermana: la persona que me clavó un puñal para después querer curarme
¡¡AVARICIOSA!! me repito constantemente. Quise tener a dos y me quedé sin ninguno. Ahora solo me queda una pequeña huella, un pequeño olor de todo lo que he pasado. Porque después de mucho tiempo, las cosas son diferentes y, no precisamente mejores. Y ahora todo me parece una pesadilla demasiado real.

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