viernes, 15 de febrero de 2013

Últimamente, como ya dije hace un par de días, me ronda por la cabeza la idea de irme al Pirineo Aragonés, a Torla. Me encantaría irme con Raquel y Ana, las chicas que mejor me caen de este primer año en la Universidad. Tan solo hemos tenido relación dentro del centro y la verdad es que me apetece conocerlas de otra manera, haciendo locuras y hablando más de nosotras¿ Y quien tiene la culpa de esta obsesión mía de querer irme de viaje con amigas al Pirineo? La culpa es de mi madre. Hace unos días me contó lo bien que se lo pasaron ella y su amiga Anabel cuando se fueron de viaje allí, al Pirineo, mientras me enseñaba sus recuerdos en forma de fotografías: todo eran risas, aprietos que se solucionaban riendo de nuevo y tonterías. Sí, me apetece mucho irme con mis amigas más intimas para así poder hacer las cosas con confianza y sin tener que pensar en lo que dirán de mi. Envidio a mi madre, ya se lo he dicho mil veces. Y no solo la envidio en cuanto a esos pelos rizados, su cuerpo delgado y sus pecas, sino también por la época que tuvo la oportunidad de vivir y, porque por lo que me cuenta, ha disfrutado mucho de su juventud ¿Yo lo estoy haciendo? supongo que sí, pero me gusta mucho más su versión. Quiero pasarlo bien, mejor, extraordinariamente mejor.¿Y su personalidad? También me encanta y la verdad, es que yo me parezco bastante a ella y me alegro mucho por ello. Me alegra vivir siempre sonriendo, fantasear sobre todas las cosas, no querer creer la realidad asqurosamente cruel y creer en esos rollos místicos del horóscopo y la reencarnación. Mamá, te envidio, te quiero y quiero ser como tú.


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