lunes, 11 de febrero de 2013

Ojala estos tiempos retrocedieran y se pudieran plantar en plena década de los 80: la movida madrileña, el nuevo sabor a libertad y la locura de vivir de fiesta en fiesta. Y es que la historia se mueve en un péndulo continuo. En un extremo está la censura, la prohibición y la frustración. En el otro lado se encuentra la libertad, el ansia de soñar y de cambiar el mundo.
¿Que nos está pasando? Ahora nos encontramos de nuevo en el primer extremo de la balanza y yo no quiero estar aquí. Ojala hubiese nacido en los 60 o en los 80. Hubiese sido de ese tipo de personas que ahora se intentan imitar. Me hubiese perdido en las drogas porque era los más extraordinario que pasaba aquellos días, junto con el tiempo libre, la libertad, la felicidad, el sexo, el rock&roll y la continua locura. Eso si que eran vidas eléctricas e intensas. Creemos avanzar pero no hacemos más que retroceder más y más y más. No estamos olvidando de sentir lo brutal, lo que realmente es vida.

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